Imagina que trabajas como empleado en una institución, organismo u oficina. Debes cumplir con un régimen horario, una serie de normas y una estructura impuesta con sutileza (o rigor) por el lugar en el que te desempeñas. Tienes todo para trabajar: tu espacio, tus elementos, tu grupo. Pero todo esto, al mismo tiempo, representa un modelo de trabajo rígido que puede atarte varias horas a este lugar y limitar tu capacidad creativa.
Ahora, imagina que eres un trabajador independiente, que eres uno de esos que se ufana de su carácter freelancer. Te la pasas en tu casa, ordenas los tiempos a tu manera y eliges cuándo tienes que trabajar. Sí, sabes que hay una fecha de entrega para tus pedidos, pero no hay nadie que te imponga las normas ni te dicte el modo en el que dosificas el tiempo. ¡Genial! estás en tu casa y puedes trabajar cuando y cuanto te dé la gana, pero… tu trabajo también está allí. Estás en una relación que no distingue espacio ni tiempo. Para darle un toque de dramatismo, es muy probable que trabajes solo y no cuentes con cierto trato humano que podría potenciar tus ideas.
Quizás no sea necesario que imagines ninguno de los dos escenarios planteados aquí arriba. Es muy probable que te pliegues con alguna de estas modalidades de trabajo, y que en realidad se trate de situaciones que te toca vivir y no suponer. Probemos, entonces, con una tercera posibilidad.
Suponte que tienes la opción de asistir a una oficina distinta en la que no es necesario cumplir con un horario (puedes ir dos horas un día, cuatro el otro o 12 en aquellas jornadas de inspiración); un lugar flexible que cuenta con facilidades para desempeñarse y reúne a otras personas, que pueden provenir de distintos rubros y especialidades, que estén en tu misma situación. Imagina que se trata de un punto en cual convergen individuos con iniciativa e ideas que buscan formar un grupo o, simplemente, un lugar descontracturado en el que trabajar sin la opresión del cronograma establecido.
Dejemos de suponer. Esto último existe y tiene nombre: el co working plantea una tercer alternativa a los clásicos modelos laborales. Aquí, las relaciones humanas, la flexibilidad y la generación de ideas son bastiones indiscutidos. “Sinergia”, en una sola palabra.
Nacimiento y presencia en Latinoamérica
Luego de trabajar un tiempo en un mismo apartamento junto a otros colegas, Brad Neuberg, un programador de San Francisco, hizo caso a su intuición y decidió formalizar esta modalidad laboral. En 2006, él y otros socios abrieron Citizen Space, el primer centro de cotrabajo en el mundo. Esta novedad se transmitió rápidamente, y la respuesta fueron réplicas de esta moda en Alemania, España, Japón, Reino Unido, Rusia y demás naciones.
Latinoamérica ya dijo presente: esta tendencia de compartir espacios de trabajo comunitarios, multidisciplinarios y de horarios variables puede resultar relativamente nueva, pero ya tiene varios adeptos en la región. Desde México aparecen 3er espacio y Coworking Monterrey como exponentes, y Brasil ofrece, desde San Pablo, un espacio como Pto de contato, que abrió en 2008 para convertirse en un enclave importante de la tendencia.
Desde Colombia, René Rojas, fundador y CEO de Hubbog, analiza el éxito de esta fiebre: ”
El coworking ofrece una solución para el problema de aislamiento que sufren muchos emprendedores y profesionales independientes que traen consigo la experiencia del trabajo en casa. Bajo el modelo de trabajo al que llamamos coworking muchas veces se da la maduración de la idea del profesional pasando de ser un solopreneur a entrepreneur”.
En Argentina también hay fuerte evidencia de este rubro. Los locales se reparten en diversos puntos del país: La Maquinita, Areatres y Njambre pisan fuerte, pero el paradigma de crecimiento lo porta Urban Station, que pegó un salto con respecto a sus colegas y llevó su presencia hacia varios puntos de la región.
Florencia Faivich, una de las socias fundadoras, explica: “De entrada, nuestra idea fue armar una red y no algo que se limitara a Buenos Aires”. Comenzaron en 2009 con una sede en el barrio de Palermo, y, a través del formato de franquicias, lograron replicar el modelo de Urban Station en Chile, Colombia, México y Turquía.
Agrega que esta idea se fundamenta en el cuestionamiento a los modelos de vida clásicos: por un lado, es difícil lograr que alguien quiera pasar todo el tiempo en una oficina, pero el trabajo en casa puede resultar insuficiente y carecer de interacción humana. “Quien asiste a Urban convive con gente de distintas actividades que comparten una forma de trabajar. Propiciamos el acercamiento y permitimos la formación de comunidades para resolver necesidades”, detalla Faivich.
La socia fundadora reconoce los puntos fuertes de este sistema y considera que se trata de un modelo que se va acentuar con el correr del tiempo: “Esto tiene impacto en el frente económico, porque las oficinas pueden ahorrar espacio y gastos al permitir que sus empleados pasen tiempo fuera de los edificios; social, ya que para el trabajador es importante que su tiempo se vuelva más productivo; y logístico, porque las nuevas estaciones de trabajo pueden encontrarse más cerca y significar un ahorro de minutos de viaje y gastos de transporte”.
Fuente: TuDiscovery.com